La rueda
Ya llega!
Una línea recta, un círculo, un espiral… o una línea en zig zag que sube y baja, con picos y depresiones, como un gráfico estadístico. Lo que me pasa por dentro, mis estados de animo, pueden graficarse de diferentes maneras.
Pero hay un momento del año en que el flujo que me mantiene con vida comienza a actuar de manera extraña, burbujea, hace ondas, como si hirviera, vibra. Venas y arterias se hinchan poco a poco, y, cuando ya no aguantan la presión, finalmente, explotan.
Y los puntos que componían esas línea de los graficos se dispersan, la línea se descompone en millones de partículas efervescentes en mi torrente. El entorno se llena de luz, se airea, y como copos de nieve, o como gotitas de rocío, esos diminutos puntos finalmente descienden y cargan de energía lo que me rodea…
Eso pasa con la primavera!
C.R.
Estas rimas pasajeras,
es a vos a quien dedico
para decirte… de veras,
que te estoy agradecido…
Porque cuando era chico
de esa ciudad tan lejana
mis padres me han traído.
Mi comodoro querido,
tú me has acogido
como al hijo de una hermana.
Es por eso que en mi pecho
hoy te siento mía, mía,
mi ciudad grande y querida
dejaré en tu tierra
mi huella
y algún día
mi vida.
Recuerdos
Peino cada noche ese recuerdo… …el de mis manos enredadas en su pelo. Y doy vueltas en la cama y temo… Que desaparezca, que se esfume al despertar, como se esfuman, a veces, los sueños. Peino cada noche ese recuerdo… …el de mis manos enredándose en su pelo… …el de mis labios acariciando sus labios tiernos. Y debajo de la almohada, hasta que me duermo, temo… Que al despertar, ya no estén… En mi atesorada colección, en el recóndito baúl de los recuerdos.
Oda
¿Porqué no me borraste?
Si borraste las estrellas
y otras tantas cosas bellas
¿Porqué no me borraste?
¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste?
Arrancaste ese retoño,
provocaste en mí este otoño,
y desapareciste.
Y me robaste,
cuando te fuiste,
la luna
con un vil y sagas guante.
Te la llevaste,
no me dejaste
ninguna.
Ni creciente, llena, ni menguante.
Réplica
Sentado sobre una roca, descansando bajo la sombra del único árbol que hay en veinte kilómetros a la redonda, mientras el rebaño pasta, el pastor piensa en vos alta. Habla con los animales, como si estos tuvieran la respuesta.
-¿porqué?, ¿porqué?, ¡diganmé!
-meeeeeee, meeeeeee – balan las ovejas.
(…vean este enlace)Compadre
Hace ya dos meses queándo
pensando en la pobrecita,
le ha crecío la pancita
y yo ni la he saludau
pues, como hemos acordado
por el rancho niaparezco
el viejo es un poco terco
y pa decirles la verdá
si por ái me llego asomar
de un tiro me deja seco.
Perenne
¿Cómo hago para explicar que mi corazón ya tiene dueño y que nada en este mundo puede hacer que cambie eso?
¿Cómo hago para que entiendan que lo que en verdad me mata no es que se haya ido, sino que no hallo las palabras que describan lo que siento?
¿Cómo hago para que quede claro que la verdad más verdadera que existe en la tierra es que yo la quiero y que la querré por siempre?
“Siempre” no me alcanza.
“Eternamente” tampoco.
¿Cómo hago para que cuente conmigo? ¿Cómo hago para que crea en esta promesa y para que sepa que cuando todo esté perdido, si es que en algún momento pasa, puede aferrarse, sin vergüenza y sin temor, a este cariño que ha dejado en el olvido?
¿Cómo hago para que tenga esa certeza?
¿Como lo hago? Ni firmando con mi sangre lo consigo.
Me trago el orgullo, me importa tres pepinos, lo único que me importa…
Es ella…
Y que sepa que cuando lo necesite…
Puede contar conmigo.
Lunes y martes
Entre compañeros
Marcela lee a Agatha Christie y Carolina está en el escritorio de al lado durmiéndose, el sol entra por la ventana y le da de lleno en la nuca, por mas esfuerzo que hace para mantener los ojos abiertos, no puede, el calorcito de la siesta le gana. A esta hora la escuela está tranquila, todos los alumnos están en clases y cada uno se dedica a hacer algo para entretenerse, leer, chatear, o no hacer nada, como Carolina.
Víctor, que ocupa el escritorio junto a la puerta, toma mate y lee el diario. Marcos sigue renegando con la impresora, rompe el silencio:
-¡Esta impresora anda como el culo!
Marcela saca los ojos del libro y lo mira. Víctor también levanta la mirada y lo observa por encima de los pequeños lentes que usa para leer. Marcos tiene ganas de tirar la vieja maquina por la ventana. Carolina cabecea, ya no puede mantener su cuello firme.
-Bueno, hay culos y culos. –afirma Víctor y le pasa un mate a Marcos.
Éste arranca la hoja que quedó trabada en la impresora y la hace un bollo, se para y toma el mate mientras observa a la impresora como a un paciente enfermo y sin cura.
-hay culos que funcionan bastante bien –continúa Víctor y sonríe. Es una risa picara con algunas piezas dentales faltantes.
Marcela, que había vuelto a la lectura, sonríe, sabe a donde va dirigida la frase, lo siente como un piropo. Carolina casi se da un frentazo con el escritorio.
-Si, si, si- dice Marcelo devolviéndole el mate a Víctor.
–Algunos culos dejan una buena impresión.
Los tres sonríen y Carolina duerme.
Alejandro Honor
Son tres situaciones que han tomado a Alejandro por sorpresa. Tres situaciones que hoy han herido su imagen y su orgullo.
Son situaciones hermanas, hijas de la ridiculez y nietas de la vergüenza. Embarazadas de embarazosa desgracia y que dan a luz nada más que un bajón en su autoestima.
La primera es leve pero hiere su imagen seria y conservadora. Sucede cuando aprieta el pomo de mayonesa y lo sorprende un sonido que hace imaginar a todos otra cosa. Eso a él lo avergüenza.
La segunda es una daga que apuñala su masculinidad. Camina por la calle y de pronto ¡PAFFF! Un motor fuera de punto explota y Alejandro en pleno centro pega un salto y grita como el maricón del siglo. Ésta es catastróficamente pública. (Le ha ocurrido otras veces en época de navidad, cuando los pendejos arrancan con los cuetes).
La tercera es patológica, es un globito de moco que se infla en su nariz cuando Mariana lo hace reír. No debió ir a su encuentro resfriado. Mariana mira hacia otro lado para disimular, pero Alejandro, que también se da vuelta para limpiarse, sabe que ella notó. Su orgullo fue fusilado contra un paredón.
Maldito el día de Alejandro.
El que esPera desespera
Accidentado pero feliz
¿Para que lado se enroscan y para que lado se desenroscan los tornillos? ¿La ranura de la llave va para arriba o para abajo? ¿Para qué lado se debe abrir una puerta, hacia adentro o hacia afuera? ¿Cual es la fría y cual la caliente? ¿La de la derecha es la fría? ¿Qué derecha? ¿Tu derecha o mi derecha?
Obviamente estas son preguntas que no se hizo jamás el tipo que nos alquiló la casa, o el que la refaccionó, quien sabe, pero quien sea que lo haya hecho es un fenómeno. La casa que alquilamos está llena de desperfectos, los observas desde que entras, cuando metés la llave y te encontrás con que la cerradura está al revés, con la ranura para arriba.
La puerta de la cocina es otro fenómeno, como quien la colocó y no exagero, se abre hacia afuera y no hacia adentro como todas las demás puertas, también está al revés. Cada vez que voy apurado en vez de tirar, empujo, como es costumbre. La puerta no se inmuta por supuesto, y por la urgencia y el envión termino llevándomela puesta. Me ha pasado varias veces en estos días.
La casa tiene varios detalles que hemos dejado pasar. Al fin y al cabo son solo detalles insignificantes. Algún día podremos irnos a algún lugar mejor, pero por ahora es lo mejor que pudimos pagar, y, a pesar de todo, es una casa amplia y muy bien ubicada. Pero lo mas importante es que tiene patio, hace rato lo buscábamos para que nuestra hija Malena pueda salir a jugar. Pero más allá de todo tengo que decir que el tipo éste tiene las coordenadas invertidas. Hoy descubrí un detalle más, uno que colmó mi paciencia, y de verdad me hirvió el culo.
Pedí el día libre en el trabajo para terminar con la mudanza y con algunos arreglos que nos quedan para poder establecernos definitivamente. Mariana si fue a trabajar y por una decisión de ella que aun no comprendo Malena no fue al jardín, se quedó en casa conmigo.
Después de darle la primera mano de pintura a la pared verde loro de la cocina, único detalle de pintura de la casa que queremos cambiar, me tomé unos mates. Eso me llevó indefectiblemente a estrenar el baño. Dejé la puerta abierta, para ver a Malena que jugaba en el suelo con un balde y un rodillo. Que capacidad que tienen los chicos para entretenerse con cualquier cosa, pensaba. Male daba vuelta el tacho, lo golpeaba como a un tambor. Me senté en el bidé y abrí el agua.
Pasó aproximadamente un segundo hasta que pude percatarme de que el agua había salido hirviendo, y para esto el chorro caliente ya había hecho un estofado con mi recto. -¡Me cago en la puta! Grité y pegué el salto hacia alguna otra parte. Después me sujeté bien fuerte el esfínter tratando de mitigar el dolor punzante y estiré la otra mano para cerrar la llave, pero me volví a quemar.
Imaginen la situación, Malena mirando a su padre con los pantalones por el suelo, sujetándose el culo y gritándole al techo una tremenda puteada. Y el bidé que seguía tirando agua caliente como una fuente, mojando la pared y todo el suelo. La miré, volví a mirar el bidé, agarré una toalla, me cubrí, me zambullí bajo la lluvia hirviente con la toalla como caparazón y cerré la llave.
Tragué un poco de agua, pero me sentí satisfecho. Volví a mirar a Male que me miraba sorprendida, todavía no podía comprender que era lo que había pasado. Me sentí ridículo después, miré el desastre y la miré a Malena. –Me quemé. Le dije y se rió.
Insisto, el que hizo esto es un anárquico en lo que refiere a estas normas universales del uso de las cosas. Cualquiera sabe que la fría va a la derecha, la caliente a la izquierda, basta con ponerse a pensar un poquito. La situación fue el colmo de lo sanguinario. Espero no encontrarme con muchos detalles mas como estos.
En fin, tuve que terminar de limpiarme el traste y después limpiar el chiquero, pero Male me ayudó. Ella se siente feliz acá, canta en las piezas vacías, descubre objetos nuevos, vecinos nuevos y sale al patio a andar en triciclo. Y Mariana y yo somos felices con ella.
Así fue.
…requiescant in pace.
-¿Qué le pasa a los <te quiero>? Me preguntó. Sostenía la caja en donde los guardabamos.
Un <tequiero> le había dicho a otro <tequiero>:
-¡Te quiero!
Y el segundo <tequiero> le había respondido:
-Te quiero también… Pero…
Los dos nos arrimamos a la caja y nos quedamos observando, incrédulos, habían dudado, y esa no era una actitud común entre nuestros <tequiero>.
El segundo <tequiero> después de un rato le dijo al fin al primero: ¡te quiero!. A lo que el primer <tequiero> le respondió:
-Es verdad, yo tampoco sé cuanto te quiero.
Ahí nos dimos cuenta de que los <tequiero> definitivamente se habían enfermado de <noseloquequiero>.
… no pudimos hacer nada. Poco a poco fueron muriendo todos los que teníamos.